Un soplido de juventud
Nicolás La Russa
09/03/17
El día 8 de marzo del 2017, tuvo sesión por primera vez
la Asamblea Nacional Estudiantil. Esta iniciativa comparte su sede con la
Asamblea Nacional de Venezuela, en ella se busca la discusión de proyectos de
leyes que luego procederán a ser atendidas por los diputados para así
consolidar su legalidad.
Es evidente la desmotivación que ha causado la dinámica política
en nuestro contexto en los últimos meses. La MUD y el PSUV se han estancado en
un “toma y dame” que ha desgastado al ciudadano, haciendo que este busque
alternativas en las vías que han surgido. Vente Venezuela ha sido una de esas
alternativas; sin embargo, no ha logrado encausar todas las voluntades. El
único sector que ha permanecido en la continuidad de la dinámica pero en un
perfil bastante solapado, menos en las manifestaciones del 2014, ha sido el
sector universitario, el cual es recordado por hazañas del pasado en cuanto a
la irreverencia frente a gobiernos injustos.
La Asamblea Nacional Estudiantil puede empezar a ser la
bandera de una nación que busca renovarse, en escuchar alternativas que puedan
ser viables y se desprendan de la dinámica tradicional de nuestra política. Es
una oportunidad valiosa y tiene apariencia de una proyección de un país
primermundista, por lo cual es lógico que pueda recoger varias críticas tales
como: a) ¿Qué sabrán unos “niños” de la política que manejan los herederos de
las doctrinas soviéticas y cubanas? b) ¿Esos muchachos serán tentáculos de los
partidos para buscar legitimarse y crear una apariencia fresca? c) ¿Sus
esfuerzos tendrán algún efecto notorio? Estas dudas son comprensibles y
deberían considerarse los objetivos que esta iniciativa deba combatir para no
ser recordada como un triste intento de poseer instituciones avanzadas para
ciudadanos no educados para ellas.
Quizás este soplido de juventud sea lo que falte para
poder iniciar una mejor dinámica en el contexto político.
Todo esto acontece mientras los partidos convencionales
reman contra marea para poder existir y perdurar, buscando atención en un
elector que considera a todos esos colores como parte de una misma paleta. Sin
partidos no hay democracia, eso es un hecho, pero ¿Desde hace cuánto no vivimos
en democracia?
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