Un bosque abandonado




Vanessa Cirkovic 

Imagina que llevas años viviendo en una cabaña ubicada en medio de un bosque tenebroso donde fallan las tuberías, donde falta la luz, donde hay cuartos cerrados que no puedes volver a abrir, donde hay fantasmas deambulando que se llevan tus cosas, donde falta comida en la nevera, donde hay grietas en las paredes y falta cerámica en el suelo. Imagina que te enfermas y no encuentras medicamentos en tu estante, o que comienzas a ver cuartos vacíos porque tu hermano se fue. Imagina que decides aguantar eso porque a pesar de todo es tu casa, y allí creciste. Allí viven tus seres queridos y es tu hogar, donde te sientes cómodo y en donde eres feliz porque, a pesar de todo, tienes eso y no quieres abandonarlo.
Quieres cambiar tu realidad y mejorar esa situación, así que sales al exterior, donde hay lobos, cazadores y diversos animales peligrosos, para buscar ayuda. Para encontrar una solución. Y resulta que ese bosque de afuera está igual de deteriorado y abandonado, está oscuro y silencioso. Entonces te sorprende una manada de lobos, que sin pensarlo atacan a un joven cercano a ti y se llevan todo lo que pueden de él. Ves a un cazador acercándose y te alivias porque viene a ayudar al joven y a ahuyentar al lobo. Pero resulta que no. El cazador vino a ayudar a este horrible animal de dientes afilados a hacerle daño  a aquél joven y ves como lo apunta directamente con su escopeta. Tú te sorprendes, pero no crees que le haga nada. Él también es humano y vive tan mal como tú en ese bosque abandonado. Él debe entender por qué salimos a pedir ayuda. Pero justo en ese momento escuchas una detonación, y ves un cuerpo cayendo. No entiendes qué sucedió, ¿Será que el cazador cometió un terrible error? Pero suena otra detonación metros más allá y cae otro cuerpo. Te das cuenta de que es hora de comenzar a correr. No es un error, el cazador está apuntando directamente a esas personas y dispara sin más. Parece que no siente nada en su interior al hacerlo, que ha olvidado ser humano, que ha olvidado los mandamientos de Dios o que ha perdido su alma.
Mientras corres comienzas a reconocer algunos rostros que escapan igual que tú. Algunos ahogados, otros con cruces improvisadas en sus sombreros para que reconozcan que son médicos, otros buscando madera para tener un escudo y enfrentarse. ¿Sin nada más? Sí. Sin nada más que eso. Comienzas a ver que se aprovechan de algunos heridos y se los llevan, sin saber a dónde. Todo se vuelve un caos y no puedes creerlo. Algunos lloran, otros hierven de la rabia, pero con un silencio ensordecedor. Ese silencio en donde escuchas, pero no asimilas.
Llegas nuevamente a tu hogar y solo quieres dormir. Ha sido un día doloroso y pesado, como también lo será mañana y los otros dos meses posteriores porque este suceso comienza a volverse costumbre. Cuando te das cuenta, ya han pasado 73 días en donde esa situación se repite y se repite. Los secuestrados superan a las dos mil personas, los cuerpos caídos son 86 y los heridos son incontables. Te preguntas: ¿Cómo fue que llegamos a esto? Pero realmente lo veías venir. Todo estaba en muy malas condiciones.
Sin embargo, aún no quieres irte de tu casa. Como dije antes, es tu hogar y no quieres abandonarlo. Quieres arreglar tus tuberías y los huecos de las paredes. No te alcanza para mudarte a otra cabaña tan acogedora como la tuya. ¿Acogedora? Sí, a pesar de todo lo es.  Además, no quieres dejar a tus seres queridos allí, así que prefieres seguir saliendo al bosque. Ahora con miedo porque para ese momento has presenciado y vivido muchas cosas crueles y oscuras que no olvidas. Muchos llantos, lamentos, muertes y decepciones que te derrotan como persona, que te destruyen por dentro y te consumen lentamente.
Hasta que un día despiertas y comienzas a ver anuncios por todas partes que te alertan de una tormenta muy fuerte. Una tormenta que derrumbará tu casa y te dejará sin nada. Te dan un mes para tomar previsiones, no sabes si realmente sea cierto. Puede que el clima cambie y no suceda, pero te aterras igual y comienzas a pensar en qué hacer si te quedas sin cabaña, comienzas a pensar que faltará más comida en el bosque ya que todo se destruirá, piensas en tus familiares y lo que harán ellos. Los cazadores por su parte siguen igual, tranquilos, a ellos no les afectará. Tienen casas más fuertes, hechas con un material más resistente. Al menos por ahora, no saben si después.
Y entonces comienzas a cuestionar tu forma de vivir, aunque ya lo hacías antes, solo que ahora todo se vuelve un ultimátum donde dependes de si se da o no esa tormenta. Tienes que comenzar a buscar no solo una opción B, sino una C e incluso una D. Pero no es fácil, alejarte de todo lo que amas no es fácil. Algunas personas evitan el tema, otras prefieren esperar hasta el último día y no perder las esperanzas, así como otras ya tienen hasta fecha de ida. De un día a otro te echan de tu propio bosque prácticamente, ya que si te quedas ni siquiera estarías en ese sitio que tanto amabas y en donde creciste viendo flores y animales lindos corriendo. Al contrario, solo quedarían las ruinas de ese asombroso lugar olvidado y desgastado. Como si todo se comenzara a tornar oscuro porque la luna empieza a caer y nunca se va. La oscuridad se adueña de los días y de las noches. Mientras tú…tú sigues viviendo el día a día, solo que comienzas a perder la noción del tiempo. Ya no sabes cuánto ha pasado desde que todo empezó y sientes una especie de pausa desoladora en tu vida, todos tus objetivos deben parar la carrera de un momento a otro, al igual que los sueños. 

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