Mundial de 48: una nueva visión política del fútbol


16/01/2017

Daniel Terán

El mandamás del fútbol a nivel mundial, FIFA, decidió bajo consenso el pasado 10 de enero ampliar de 32 a 48 los equipos que participarán en la Copa del Mundo a partir de 2026.

Modificaciones como 16 grupos de tres selecciones con dos clasificados a siguiente ronda y los dieciseisavos por primera vez en la historia son algunas de las más seductoras novedades que ha propuesto el ahora presidente de la FIFA, Gianni Infantino, de las cuales no han sido aprobadas la totalidad, pero sí la gran mayoría.
¿Quiénes son los grandes beneficiados? Probablemente las potencias emergentes: países sudamericanos con posibilidades de competir pero, debido al formato eliminatorio, no han logrado dar el salto de calidad, tales como Bolivia, Venezuela o Perú; naciones africanas como Argelia, Sudáfrica; e incluso selecciones que no han figurado nunca en su historia, como China, Malasia, India, entre otras. En consecuencia, los países europeos y su formato eliminatorio han sido los más perjudicados. A pesar de que la iniciativa otorga más cupos a todas las confederaciones, para el futuro no se preve que sean distribuidos equitativamente.

Más allá de aquellos factores que ameritan un cambio tan drástico en el fútbol mundial, parece llegar la hora de asumir que el fútbol está entrando en una etapa que separa el negocio de lo estrictamente deportivo. Karl-Heinz Rummenigge, referente histórico del Bayern Múnich, declaró: “Sólo se tienen en cuenta razones políticas y no deportivas. No puedo entender por qué se cambia un formato de 32 equipos que se ha demostrado exitoso en todos los aspectos”. Y es que suena descabellado pensar que, de comenzar lo que fue en Uruguay 1930 un Mundial con 13 equipos, se apruebe ahora un Mundial con 48 naciones.

“El fútbol es global; es más que Europa y América del Sur“, dijo Infantino. Es aquí el momento en que te preguntas qué tan cierto puede ser esta premisa cuando te das cuenta de que todos los Mundiales han sido acaparados por selecciones europeas y sudamericanas y planteas un escenario de posibilidades a partir de esta declaración y estudiar cuál pudo ser el motivo real de la misma.

Es sencillo: existen estrategias político-económicas de por medio. El propio Infantino lo ha admitido con firmeza: “¿Por qué no permitir que todos vengan? Este es el futuro”, frase cargada de emociones y sentimentalismo necesario en un sistema ahora regido por la política para generar simpatía mundial y de esa forma conseguir ciertos objetivos. Además de lo beneficioso del proyecto para aquellas selecciones excluidas, existe un condimento económico importante: se estima una ganancia adicional de US$ 640 millones por derechos televisivos.

La globalización en todos los ámbitos de la vida se instala cada vez de forma más evidente y el fútbol no parece ser la excepción. Es de suma relevancia para aquellas personas que amamos este deporte saber qué tan importante es priorizar ciertos ingresos o cierta popularidad a cambio de unos cuantos votos y una cantidad exorbitante de ingresos económicos por encima de la jerarquía que demanda un evento de tal magnitud. El Mundial de Fútbol ha sido por décadas el evento deportivo más fantástico del mundo, un mensaje que se traduce en el momento que cada selección, desde sus posibilidades y con muchísimas ganas, lucha por alcanzar la gloria cada cuatro años.

Suena descabellado pensar que el desenlace de un torneo de tal prestigio tenga un final fuera del margen de la lógica. Si el futbol no es solo Sudamérica y Europa, ¿es porque alguien piensa lo contrario? ¿De verdad alguien cree que una selección no sudamericana o no europea pueda llegar a la final de un Mundial? Todo es posible en el fútbol, pero desde la razón nada indica que esto pueda ocurrir en el futuro próximo. Esto hace que la inclusión de más cantidad de selecciones tenga que ver con otro contexto del cual se escapan los elementos futbolísticos, vitales para la existencia de este evento y que constituyen la esencia del propio deporte.

Javier Tebas, presidente de la Liga Profesional de Fútbol (España), expresó que “Infantino hace política (…), porque para ser elegido prometió más países en el Mundial, quiere cumplir las promesas electorales”. Lo absurdo que pudo haber sonado hace unos años el incluir política y fútbol en el mismo enunciado, hoy es una realidad. Las élites, sean cuales sean su índole, han generado en aquellos a quienes buscan simpatizar un efecto de correspondencia basado en promesas, ilusiones irracionales y acciones vacías, carentes de sentido común pero que terminan favoreciendo a gran cantidad de personas involucradas en este grandísimo negocio.

El mercado chino compra jugadores jóvenes por millones de euros, los grandes de Europa gastan 120M€ en promesas con proyecciones, la competencia más grande del fútbol Europeo tiene a Legia de Varsovia jugando una fase de grupo y ahora el Mundial ampliará estrepitosamente el número de candidatos al título. Derechos de televisión que generará ingresos multimillonarios, votos ganados para unas futuras elecciones en la FIFA, posibilidad de equipos sin jerarquía de jugar un torneo con tanto prestigio… ha llegado el momento de admitirlo: a partir del negocio, la ambición y el poco amor que tienen por el deporte aquellos quienes toman tan cuestionables decisiones, el fútbol ha comenzado oficialmente su desnaturalización.

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Comentarios

  1. muy de acuerdo esto se está convirtiendo en un negocio.

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