Un click, una vida.
Conocemos las razones que se les puede objetar a las redes
sociales para poder decir que son una trampa para la socialización. En nuestros
días es insólito encontrar a una sola persona que no posea aunque sea una
cuenta en el gran repertorio de redes sociales que la tecnología y la
globalización nos ofrece, cada una de ellas responde a caprichos del hombre.
Si bien es cierto que las redes sociales nos permiten una
flexibilización en cuanto a nuestras opiniones y nuestra forma de mostrarnos
ante el mundo, es indiscutible atribuirles un avance en la concepción de la
comunicación humana. Que aún seamos inexpertos e inclusive analfabetas en estos
formatos no es cuestión para preocuparnos, por lo menos tanto, porque son una
invención icónica del siglo XXI.
Las redes sociales presentan una vida social que uno mismo
construye con los intereses que puedan llamarte la atención. Esta es la
principal dificultad cuando razonamos que la ignorancia abunda y hace más ruido
que el contenido de alta calidad, es común ver este fenómeno en la industria
cultural (música, películas y libros). Las redes sociales vistas de esta forma
son como una masa de transeúntes que salen de una estación de metro, quien
tenga un virus es probable que lo propague y será común encontrar una alta
deficiencia en las comunicaciones efectivas. La diferencia con el ejemplo
anterior es que en el mundo real poseemos una serie de características físicas
que nos identifican con ciertos estereotipos pero en las redes sociales somos
nosotros mismos los que esbozamos esas características y esto abre paso a los “Catfish”,
sujetos que se hacen pasar por otras personas para así hacer efectiva una
relación sentimental por medio de redes sociales.
Las redes sociales normalmente son consideradas como una trampa,
el internet en general está considerado como una trampa. Es un lugar donde el
anonimato es rey y donde las opiniones se realizan sin medir su verdadero
impacto, ya estamos acostumbrados a saber de casos de jóvenes acosados por
internet que terminan sus vidas o que terminan con las vidas de quienes lo
perturbaban. Sin embargo en Venezuela las redes sociales en la mayoría de los
casos funcionan como un escape o como una herramienta para realizar una vida
que en su plano material es frustrado. Las llamadas por Skype han sido
tendencias y han tenido un crecimiento exponencial en la región tras las
grandes olas de emigrantes. Twitter es un psicólogo en el cual decimos lo que
queremos sin ningún tapujo, al fin y al cabo los otros usuarios que nos siguen
son seres cercanos a nosotros que utilizan la red del pajarito para el mismo
fin que nosotros o son páginas de reporteros o periódicos que suplen las formas
convencionales de distribución de noticias. En Venezuela las redes sociales son
el principal dispensario de medicinas, la escasez ha provocado que surjan
asociaciones que se encargan de recolectar medicinas y de donarlas o de
distribuirlas entre los usuarios que suplican un medicamento que no llega al
país desde por lo menos dos años.
¿El hombre le encontrará el sentido a sus herramientas
cuando el lobo lo tiene arrinconado en la cueva? Aparentemente sí. Es lógico
que presentemos los mismos problemas que atosigan a las relaciones
interpersonales en otros países pero hemos encontrado la manera de hacer
verdaderas redes efectivas mediante estos sitios web para poder suplir entre
todos las necesidades que las autoridades no son capaces de atender. Esto luce
como si nos empezáramos a dar cuenta de la fuerza que implica el trabajo
coordinado y del interés de todos por hacer un mundo mejor. Los likes para
salvar niños en África no sirven de nada pero un “retuit” o un compartir en la
publicación de una medicina pueden cambiar una vida.
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