Un villano en la Casa Blanca
21/01/17
Nicolás La Russa
La banalización de la mayoría de los aspectos de nuestra vida ha sido una de las mayores crisis culturales, que según mi opinión, ha enfrentado Occidente. Hemos convertido a la política en una suerte de juego deportivo, donde existen bandos y una fanaticada bien definida. Comulgar con ciertas ideas del adversario es considerado como un acto de traición y como tal es juzgado por las barras bravas que habitan en las redes sociales.
Nicolás La Russa
La banalización de la mayoría de los aspectos de nuestra vida ha sido una de las mayores crisis culturales, que según mi opinión, ha enfrentado Occidente. Hemos convertido a la política en una suerte de juego deportivo, donde existen bandos y una fanaticada bien definida. Comulgar con ciertas ideas del adversario es considerado como un acto de traición y como tal es juzgado por las barras bravas que habitan en las redes sociales.
Donald Johnn Trump es la realización de este fenómeno. Sus
posturas muchas veces políticamente incorrectas y sumamente controversiales le han
valido para difundir de una manera asombrosa su concepto como gobernante. La
reivindicación de los sectores más conservadores le sirvió como hechizo para
poder asegurar un cierto freno a una época que pueda lucir convulsionada. Sus
políticas internacionales en materia bélica pueden tener un cierto vestigio al
gobierno de George Bush pero hasta el antiguo mandatario mostró una postura
contraria ante la postulación del actual presidente de los Estados Unidos.
Los memes y la
nueva forma de hacer propaganda. Uno de los principios de la propaganda asegura
que es mejor ser conocido por tener mala fama a no ser conocido y de esto se
encargaron las redes sociales. No hay porqué sentirnos culpables si más de una
vez sucumbimos ante las jocosidades de los chistes que estas imágenes traían consigo.
A ciencia cierta no podemos saber si fue un intento del equipo propagandístico
de Clinton para difundir los absurdos de las propuestas de Trump o si esta
estrategia fue ideada por una mente con una compresión asombrosa de la memética
y de las comunicaciones a través de las redes sociales, quizás fue un golpe de
suerte que ni el mismo Trump esperaba.
Me gustaría remontarme a los principios de la colonización
del territorio americano, esa época donde un grupo de extranjeros atravesaron
una odisea marítima en busca de la libertad de culto, sin medir las
consecuencias y sin saber que sería de ellos en esta nueva tierra. Pareciera
que la posmodernidad no afecto a la estructura del mito de la búsqueda de una
tierra mejor porque si cambiamos a los protagonistas y nos olvidamos de que son
anglosajones para imaginarlos como latinos entonces deja de ser historia para
ser realidad. Es cierto que la colonización americana no siempre fue color rosa
pero si podemos dar por hecho que el imperio británico tuvo muy claro desde el
principio que estos colonos ya habían formado su propia identidad cultural lo
cual se les dificultó al momento de querer tomar control en las colonias.
Estados Unidos es lo que es hoy en día por los inmigrantes.
El discurso de Trump es conocido por ser una daga al
pensamiento multicultural. Analizando su campaña y su eslogan “Hacer América
grande de nuevo” nos refleja la triste idea de qué Estados Unidos es América,
obviando al sur y al centro del continente. Si bien es cierto que Trump busca
realzar el papel de su nación en el contexto geopolítico comete un grave error
al no contar al sur como un posible aliado que con buenos programas de
coalición pudiese incrementar sus niveles de incidencia en la toma de decisiones
en el mundo.
Es común que haya comparaciones entre el discurso del primer
mandatario con el del villano Bane de
la trilogía Batman, dirigida por Christopher Nolan. Trump busca ser amado por
parecer un villano, por decir las cosas que nos gustaría hacer cuando estamos
molestos. Por hacer las cosas que un pueblo furioso quiere hacer, error cuando
entendemos que la rabia no se la lleva bien con la política
Comentarios
Publicar un comentario