El gran naufragio
01/02/17
Nicolás La Russa
Política (< latín politĭcus < griego antiguo πολιτικός
politikós, masculino de πολιτική politikḗ, que significa «de, para o
relacionado con los ciudadanos») Me gusta empezar definiendo etimológicamente
la palabra política ya que vivimos en
una situación donde puede englobar tantas cosas que el verdadero significado
puede diluirse en nuestra semántica.
Actualmente vemos una satanización del término, un
señalamiento a todo aquel que pueda ser político; tildándolo muchas veces de
una persona que piensa ganarse la vida con
pequeños acuerdos fuera de su gestión –cuánto daño han hecho los
“guisos”- para así pasar sus años de retiro en una isla del Caribe donde no se
deban pagar impuestos. No es sorpresa entender por qué Venezuela es la casa
real de la antipolítica.
Esta patología la vemos marcada en varias generaciones,
inclusive ha llegado a desarrollarse en la juventud. La asistencia a las
manifestaciones son prácticamente nulas en comparación a la urgencia en la que
se encuentra el país, esto se encuentra en la facción opositora y en la
oficialista. El Movimiento Estudiantil ha fallado en varios aspectos como en
las inconsistencias dentro de su discurso y sus acciones. La MUD aseguró un
cambio para el 2017 y lo único que podemos ver es una posible transición entre
Maduro y El Aissami, en pocas palabras esto va para rato.
La única esperanza que encontramos es que el ciudadano
entienda que la política es una herramienta para dirigir las motivaciones y
anhelos para encausarlos en una sola vía, solo así conseguirá lo que los
políticos no han conseguido.
Hoy en día, frente a un gobierno totalitario que se vale de
artimañanas jurídicas y frente a una oposición sin un proyecto; al ciudadano
solo le queda entenderse como ser funcional. Las instituciones no son de fiar y
mediante ellas es muy difícil ver un cambio real, tampoco una revolución llena
de sangre lo hará -aclaro-. El primer mandatario le delegó al Vicepresidente,
Tareck El Aissami, funciones que podrían poner en tela de juicio quien es el
verdadero gobernante de Venezuela; una de las tantas jugadas que dejan al
venezolano enterrado en la incertidumbre. De por sí es bastante malo que no
haya una figura de autoridad competente pero es mucho peor que no reconozcamos
la existencia siquiera de una figura de autoridad. Lo mismo sucede en el otro bando; el
relanzamiento de la MUD y las razones por las cuales se ha manejado esta
posibilidad también se encausan en esta enfermedad de no reconocer personas
capaces de lidiar con la crisis. En resumidas cuentas nos hemos adentrado en un
mar de desasosiego y hemos naufragado de un arrecife de hipocresía moral, y
ahora nos estamos ahogando en la incertidumbre, nos hemos quedado sin oxígeno y
por ende sin la capacidad de organizarnos. Así fue como nos convertimos en
náufragos dentro de nuestra propia tierra.
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