Latinoamérica corrupta
15/02/2017
Felipe Toro
Una investigación del
sistema entramado corrupto de Petrobras en Brasil llevó a la palestra las
prácticas ilícitas de la mayor constructora de ese país y de la región: Odebrecht.
En el 2014 se hizo pública la operación Lava
Jato. Las averiguaciones llevadas a cabo por la Policía Federal de Brasil
revelaron un esquema de lavado de dinero de más de 10.000 millones de reales
brasileños, y según el Departamento de Justicia de Estados Unidos se usaron 800 millones de dólares en sobornos a funcionarios
gubernamentales de tres continentes.
77
ejecutivos, miembros de la empresa, han hablado en Brasil para obtener
beneficios en la condena, además, Marcelo Odebrecht, y otros directivos,
negociaron con el Departamento de Justicia de Estados Unidos,
declararse culpables y pagar una multa de 2.600 millones de dólares a Estados Unidos, Suiza y Brasil, repartidos
en 10 y 80 por ciento, respectivamente.
Odebrecht
extendió sus tentáculos y repartió su dinero de la siguiente forma: en Brasil,
349 millones. En Venezuela, 98. En Argentina, 35. En Ecuador, 33. En Panamá,
59. En República Dominicana, 92, en Perú, 29. En Guatemala, 18. En Colombia 11
y en México algo más de 10.
Estos
sobornos han sacudido los cimientos del poder en los países involucrados.
Gobernantes y exgobernantes latinoamericanos tienen las manos sucias y están
implicados en estos casos de corrupción: el expresidente de Perú, Alejandro
Toledo, ha sido acusado de recibir una comisión de 20 millones de dólares de
esta empresa y cae sobre él una orden de arresto. En Colombia, la fiscalía
solicitó abrir una investigación sobre la contribución de la empresa de un
millón de dólares a la campaña electoral del actual presidente Juan Manuel
Santos, y Michel Temer, actual presidente de Brasil, tiene la misma acusación
pero por tres millones de dólares. En Panamá, pesa una orden de captura contra
dos hijos del expresidente Ricardo Martineli.
Es curioso
como la mayoría de los países que están cubiertos con este escándalo de corrupción
se hacen llamar “socialistas”, predicando una crítica absurda al capitalismo y
la riqueza individual, siendo ellos los principales ladrones e interesados en
aumentar su riqueza: Venezuela con Chávez y Maduro, Ecuador con Correa,
Argentina en la época Kirchner y Brasil con Lula y Dilma.
Latinoamérica
es un continente altamente corrupto, no solo por este caso, sino por su larga
historia de mandatarios ineficientes y por su evidente subdesarrollo. La falta
de instituciones y de separación de poderes, que cualquier país demócrata
debería tener, escasea en esta región del mundo.
Pero a
pesar de esto, el caso Odebrecht es una muestra de que si las instituciones
funcionaran se pueden lograr cambios importantes. Brasil es un ejemplo de ello:
destituyó un presidente, uno está a punto de ser condenado y el actual puede ser
destituido.
Además, los
medios de comunicación tienen un papel relevante en estos casos. A través de
ellos, con investigaciones y denunciando cada caso, podemos exigirles y hacer
rendir cuenta a nuestros gobernantes. El silencio de ellos es ser cómplice del
corrupto. La neutralidad en estos casos no es una opción, hay que ser críticos
y alzar nuestra voz.
Venezuela
es el país más corrupto del mundo, y de este caso no se libró. Sus actividades
ilícitas se desbordan cada día más. El país vive una crisis institucional, no
hay separación de poderes, exceptuando la Asamblea Nacional, que de igual forma
no se ha pronunciado de forma contundente sobre este caso, y la MUD tampoco lo
ha hecho. Conjuntamente, los medios de comunicación del país no le han dado la
importancia a este caso ni el papel que Venezuela tiene en él. Es por eso que
en el próximo artículo hablaremos profundamente de Venezuela.
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Qué bonito, qué orgullo. Por supuesto, me refiero al autor de esto, no a la corrupción.
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