Un 12 de febrero

Nicolás La Russa
11/02/17
El doce de febrero de 1814, en el estado Aragua, específicamente en La Victoria, tuvo lugar una de las batallas más importante para nuestra historia nacional. En ella se enfrentó el bando realista contra el patriota, liderado por Francisco Tomás Morales y por José Félix Ribas respectivamente.


Para ese entonces el bando independentista, el patriota, estaba afrontando una grave crisis en cuanto a tropas se trataba; por esta razón, decidieron reclutar jóvenes, seminaristas y estudiantes que sus edades oscilaban entre los 12 y 20 años. Las madres de estos púberes, como es totalmente lógico, se mostraron preocupadas e histéricas ante el destino que se le había impuesto a un joven que sin manejar el arte de las armas se sometería a los calores de la guerra, en la cual posiblemente moriría.


La batalla empezó a tempranas horas del día y se prolongó hasta la tarde, a las 5 aún no se había definido la contienda. Vista de forma numérica era imposible que los patriotas le pudiesen ganar a los realistas pero la balanza decidió ceder hacia el lado patriota cuando Vicente Campo Elías acude al encuentro con un refuerzo de 220 soldados, de esta manera el bando patriota consigue la victoria en La Victoria.

El doce de febrero de 2014, en el Distrito Capital, específicamente en la Plaza Venezuela de la ciudad de Caracas, tuvo lugar una de las manifestaciones que conllevó a una nueva forma de concebir el gobierno de Nicolás Maduro, y en general al proceso revolucionario del siglo XXI.

Esta manifestación fue convocada por los líderes de la oposición que para ese entonces tenían un alto nivel de convocatoria, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma. Los movimientos estudiantiles de toda la capital se solidarizaron con los estudiantes tachirenses que desde hacía ya una semana eran participes en manifestaciones que tenían un alto grado represivo.

Tenía por finalidad llegar a la Fiscalía para así reclamar por la escasez, la inseguridad y los derechos que están contemplados para salvaguardar al ciudadano. La manifestación se encausó en disturbios cuando los estudiantes llegaron a la fiscalía y las fuerzas del orden los agredieron. En ese momento fallece Bassil, el primer muerto en esa ola de manifestaciones en las que se vio sumergida la capital, aunque en Táchira ya había fallecido un estudiante y existía una denuncia por violación, la muerte del estudiante de la universidad Alejandro Humboldt fue el detonante. Ese mismo día pero en horas de la noche otro disparó se escuchó y con él se reclamó el segundo homicidio del 12 de febrero.

Los demás días fueron sumamente controversiales; la entrega de Leopoldo López, las amenazas del presidente Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello, los videos de Táchira que la hacían parecer un campo de guerra, los videos con fondos en dubstep en la capital, los jóvenes con las máscaras, los jóvenes con los escudos  y las granadas, los colectivos y el temor que sembraban, el general Vivas en el techo de su casa con un rifle, las fotos de los perdigones y de los destrozos en las calles, solo algunos recuerdos de esa Venezuela que se desmoronaba y la veíamos desde Twitter porque salir del resguardo del hogar era equivalente a quedar atrapado en una guarimba.

Para ese entonces todas las esperanzas estaban puestas sobre los estudiantes, solo los seguidores de las teorías conspirativas creían que las tanquetas iban bajando y que el alto mando de la FANB estaba en una operación para poner en jaque al oficialismo –siempre hay algún iluso que ve honor y merito en un lugar donde solo hay “guachafita”-. Al día de hoy no logramos encontrar esperanzas ni en el que tenemos al lado, el estudiante promedio siente apatía hacia la política y se ve ensimismado en un callejón que no presenta ninguna salida.

Quizás este doce de febrero sea uno de los más tristes porque la esperanza del país, los estudiantes, no tiene fe en sí misma. La posibilidad de encontrar a la muerte en un motorizado con una capucha o en un guardia nacional lleno de miedo y odio es una de las principales trabas para que los jóvenes puedan salir a reclamar lo que se les ha quitado, su juventud y parte de su futuro.


Ser joven en este momento supone vivir en una encrucijada protagonizada por unos 18 años viendo una decaída en las instituciones y por un futuro que parece un presente perpetuado, al mejor estilo de la isla de Cuba que ahora es un atractivo turístico por ser una ventana al pasado. Quizás de ahí viene la razón por la cual este 12 de febrero no representa una fecha de valentía, sino de una irónica desesperanza. Los dos anteriores ejemplos de esta fecha están llenos de sucesos para bien o para mal pero el caso de este año está lleno de silencios. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vida sexual se hace viral

Ni la MUD ni el PSUV, Mono-Punk es quién tiene actitud

Un bosque abandonado