La voz del silencio
20/03/2017
Felipe Toro
Cada letra, silaba, palabra, oración o frase que pronunciamos, tiene el poder de destruir o construir. De nuestra voz sale una fuente inagotable de magia capaz de infligir el mayor de los daños, pero también es capaz de remediarlo.
Los más poderosos, a lo largo de la historia, se han caracterizado por ser los dueños de la palabra, por manejar la retórica con una amplia facilidad; y con ella, manejar, controlar y manipular grandes masas de gente. Y como dijo Platón: “la retórica es el arte de gobernar la mente de los hombres”.
Los liderazgos populistas han convertido a muchas sociedades, mediocres y dependientes. Pero cuando esta retórica cala en cada generación, los nuevos liderazgos caerán en ella, porque la sociedad no aceptará otra cosa que no sea una solución rápida y cómoda a cualquier problema.
Durante los últimos 18 años la dependencia se ha fomentado cada día más, se ha promovido el igualitarismo en todos sus niveles, no apreciamos el mérito. Creemos que cualquiera tiene derecho a obtener lo que desee, pero nadie se pregunta si en verdad lo merece. Cualquiera no tiene el derecho de estar en una universidad, lo logra el que tiene mérito de estarlo; cualquiera no puede esquiar en una olimpiadas solo por soñarlo, lo logra el que tenga las condiciones para hacerlo.
Pero no solo el Estado es el que fomenta todo lo anterior, la oposición es partícipe de esta desmotivación constante por construir nuestros proyectos solos sin ayuda gubernamental. La retórica opositora solo se ha encargado de denunciar, y de hablar de los problemas más cercanos de la población, pero ninguno se atreve desmentir la campaña de satanización que ha tenido durante 18 años: el libre comercio, la propiedad privada, ser de clase alta por medio del trabajo, el daño que las misiones le han hecho al país, etc.
Un verdadero liderazgo es aquél que nos enfrenta con nuestro sentido del deber, responsabilidad y trabajo. Aquél que nos da sentido de derecho y de deber. Es aquel que no se rebaja a la mediocridad con sus palabras, sino que ayuda a que todos suban y alcancen su nivel, porque un político no puede ser como uno, sino mejor que uno.
El discurso de la oposición es un discurso que no va más allá de la problemática actual. Critican los CLAP y también reparten comida, critican la retórica de victimización que tuvo el gobierno en un principio y ahora claman lo mismo.
“Las amplias masas de la población son más susceptibles a la apelación de la retórica que a cualquier otra fuerza”; Hitler con estas palabras resume el poder que tiene cada persona al hablar, y si dejamos que los poderosos nos manipulen con ella, lo único que retumbará en el país será el silencio.
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