Un rayo de esperanza
La demostración de organización cívica del día de ayer, martes
21 del 2017, fue tan inesperada como bien recibida. Un grupo de personas que
haya tenido la voluntad de salir y manifestar su descontento contra la
expropiación de la panadería Mansión Bakery, ubicada en la Av. Baralt; los
vecinos saben cuál será la suerte con la que correrá dicho local, ya es
costumbre ver empresas expropiadas en banca rota.
El miedo al hambre tuvo acto de presencia cuando la Superintendencia
Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) decidió tomar
esta empresa para que así pasara a manos de superiores más “conscientes”. La
propia comunidad sabe que esta nueva directiva estará conformada por colectivos
que se encuentran en las adyacencias; los mismos colectivos que terminaron con
la manifestación de la misma manera en la que tomaron la Mansión Bakery,
respaldados por el poder y el miedo.
Nos hemos acostumbrado a que las concentraciones de
ciudadanos sean únicamente convocadas por líderes políticos, lo cual resulta
sumamente negativo para nuestra cultura democrática; las iniciativas ciudadanas
normalmente gozan de no tener el velo que adquieren las que emanan de los
partidos políticos que normalmente ocultan intereses que quizás no sean
favorables a largo plazo –De ninguna manera rechazo el papel de los partidos políticos-.
Los partidos han perdido el nivel de convocatoria y eso es sumamente peligroso
ya que el ciudadano no ve una organización clara en la que pueda sumarse y así
contribuir a los intereses colectivos en los que cree; sin embargo, que el
ciudadano pueda racionalizar en conjunto lo que quiere y lo que rechaza hace de
nuestra cultura política un poco más evolucionada.
Espero no equivocarme al decir que el martes 22 de marzo
del 2017 empezó una nueva concepción de la participación ciudadano en la
realidad política. El tiempo lo dirá.
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