¿Una carta de despido?

No fue sorpresa cuando este mecanismo desapareció de las
portadas de los periódicos y de las pantallas de televisión. Desde hace ya un
tiempo, hemos percibido que cualquier herramienta internacional para poder
restituir el orden constitucional en Venezuela es una mera formalidad. Ese
razonamiento surge, específicamente, desde el momento en el cual la OEA vio con
malos ojos la forma en la cual el gobierno respondía a la crítica y a la
manifestación. Nos creíamos vencidos por la estructura jurídica internacional.
Vaya sorpresa la que nos ha dado Almagro al volver a
intentar activar el mecanismo, esta vez con un informe que será distribuido
entre los representantes de los países miembros; la gran diferencia radica en
que varios países –anteriormente fieles a las formas supuestamente
anti-injerencistas del legado Hugo Chávez—están haciendo un llamado a la
activación de la carta democrática, ya la inestabilidad en Venezuela no se
puede ocultar.
Por su lado, el oficialismo dice que seguirán adelante
con Carta o sin Carta. Se ha conocido que varios líderes del oficialismo han
recorrido el país, dialogando con los líderes regionales y demostrando su apoyo
al presidente Maduro. Es público y notorio que el elemento que los cohesiona
entre ellos es el hecho de saber que divididos son susceptibles a maniobras políticas.
Dichas divisiones no están vinculadas únicamente al ámbito político, la
corrupción también toma parte en la escena.
Quizás este sea otro minúsculo paso que pueda producir
una desintegración en las líneas oficialistas, realmente han sido varios, y por
eso considero que si la carta democrática se aplica puede que una nueva etapa política
empiece, siendo su detonante la eminente necesidad del oficialismo de
retirarse.
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