¿Una carta de despido?



Al principio, cuando la conocida Carta Democrática apareció en el confuso y enredado terreno político venezolano, padecimos una especie de euforia incrédula. Nos cuestionábamos las repercusiones que esto le produciría a Venezuela, muchos hablando desde la penumbra de la ignorancia argumentaban que de esta manera EEUU tendría una total facilidad para invadir y por fin extraer el “preciado” tesoro que resguarda nuestra soberanía, el oro negro, el petróleo.

No fue sorpresa cuando este mecanismo desapareció de las portadas de los periódicos y de las pantallas de televisión. Desde hace ya un tiempo, hemos percibido que cualquier herramienta internacional para poder restituir el orden constitucional en Venezuela es una mera formalidad. Ese razonamiento surge, específicamente, desde el momento en el cual la OEA vio con malos ojos la forma en la cual el gobierno respondía a la crítica y a la manifestación. Nos creíamos vencidos por la estructura jurídica internacional.

Vaya sorpresa la que nos ha dado Almagro al volver a intentar activar el mecanismo, esta vez con un informe que será distribuido entre los representantes de los países miembros; la gran diferencia radica en que varios países –anteriormente fieles a las formas supuestamente anti-injerencistas del legado Hugo Chávez—están haciendo un llamado a la activación de la carta democrática, ya la inestabilidad en Venezuela no se puede ocultar.

Por su lado, el oficialismo dice que seguirán adelante con Carta o sin Carta. Se ha conocido que varios líderes del oficialismo han recorrido el país, dialogando con los líderes regionales y demostrando su apoyo al presidente Maduro. Es público y notorio que el elemento que los cohesiona entre ellos es el hecho de saber que divididos son susceptibles a maniobras políticas. Dichas divisiones no están vinculadas únicamente al ámbito político, la corrupción también toma parte en la escena.

Quizás este sea otro minúsculo paso que pueda producir una desintegración en las líneas oficialistas, realmente han sido varios, y por eso considero que si la carta democrática se aplica puede que una nueva etapa política empiece, siendo su detonante la eminente necesidad del oficialismo de retirarse.

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