Familia, reflejo de país
Felipe Toro
En un hogar, situado en la
punta mas alta de un cerro, vive una familia, hacinada, en cuatro paredes;
donde una mujer, la madre; tiene que criar, mantener, alimentar y educar a
cinco niños, o, quizás siete, o, tal vez diez. Estos son sus hijos, o quizás no.
Muchos de los niños son de padres diferentes o madres distintas. Los mayores
tendrán que salir a trabajar o a robar, tal vez se unan a alguna banda a
delinquir. Los más pequeños seguirán probablemente este camino, o quizás no,
puede que un niño logre salvarse de este medio que absorbe a cualquiera. Alguno
logrará salir de este ambiente hostil, pero puede que salga, sin vida, o que
salga para no volver.
En contra posición, tenemos
un hogar en la urbanización más lujosa, un hogar en el cual se puede vivir
cómodo: tres carros, las tres comidas, viajes, estudios. En esta familia las cabezas
de esta, dan todo a sus hijos sin enseñarles a ganárselas. Los miembros de este
hogar rechazan al que no tiene que comer. Para ellos el país es la burbuja en
la que se mueven. Se siente superior por tener una nacionalidad extranjera,
reniegan siempre de la suya; buscan en el exterior lo que podrían tener aquí.
Los problemas del país para ellos los tiene que solucionar “la masa”, en cada
cena la frase “tienen que salir los barrios” es ya una ley. Son indiferentes,
no creen que en algún momento la realidad que les rodea hará reventar su
pequeña burbuja.
¿Qué ciudadanos podrán salir
de estos hogares? ¿Cómo somos capaces de criticar nuestro entorno si somos lo
que lo formamos?
La inmensidad del mar se
logra porque cada gota está unida a la otra, porque todas fluyen con un mismo
fin. Pero si cada gota se desvía de su camino, el mar no sería mar. Así es
nuestra sociedad. Cada familia es esa pequeña gota que hace que el mar sea mar;
pero si ese núcleo se pierde o se desvía; la sociedad dejaría de ser sociedad.
Todos nosotros nos
desenvolvemos en un océano donde lo insólito se ha vuelto cotidiano. Donde el
más rico y el más pobre son corruptos, donde en cada esquina roban, matan,
secuestran. Ese mar donde nos movemos está rodeado de niños que matan, de
hogares disfuncionales, de familias indiferentes. En este mar, cada gota que la
conforma va por su cuenta, ninguna se interesa por la otra. Y sin darnos
cuenta, ya estamos dejando de ser mar.
Todos los crímenes y abusos
nos escandalizan o decimos que lo hacen, pero en realidad, estamos
acostumbrados, no nos conmueven. Pero lo que realmente escandaliza, es nuestra
indiferencia, nuestra apatía a todos los hechos que nos rodean. Y el silencio a estos hechos, nos convierte en cómplices.
Y callamos porque en realidad somos lo mismo, somos igual a lo que debería
escandalizarnos.
El verdadero cambio del
país empieza en el núcleo de nuestras familias y en la
educación que recibimos. Un cambio de gobierno, sin cambio en el núcleo de
nuestra sociedad, no cambiaría las cosas. Las dos van de la mano: educación y
valores. Pero en muchos casos, un buen recuerdo de nuestro hogar, puede generar
mejores hombres, que haber pagado por los mejores estudios.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEXCELENTE.REPORTAJE.TE.FELICITO.....ESTOY.MUY.DE.ACUERDO.
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