Resumen de calle y por qué seguir

Isabella Reimi
9/4/2017

Han sido menos de cinco días. Desde el 4 de abril más de un millón de venezolanos han salido a las calles a protestar contra el régimen, más de un centenar de detenciones por parte de la PNB y la GNB, decenas de heridos gravemente por la represión militar, incluyendo a dirigentes de oposición como Juan Requesens, pero sin incluir a todos los estudiantes que se han ahogado en gas lacrimógeno.


La historia reciente nos cuenta que, por la suerte de esta oposición, el fuego de la calle se extingue rápido, como un fosforito, y después de eso los venezolanos vuelven a sus casas a descansar hasta que el gobierno saque de su mafiosa manga otra carta sucia. ¿Por qué esta vez debe ser diferente?
El cansancio de las protestas en calle no se puede comparar al peso que día tras día llevamos sobre el hombro, nuestra condenada rutina de mendigar comida y medicina, deambulando como en un campo minado para sobrevivirle a la delincuencia. No se puede comparar a los índices de muertes infantiles por desnutrición o de la esperanza de vida disminuyendo en los hospitales abandonados y las plagas del ambiente.

Ya no podemos tolerar que el chavismo haga de nuestra miseria un circo, mientras Maduro baila salsa televisión nacional y sus payasos hacen malabares con los poderes públicos. El segundo en el que se paralizó el poder legislativo fue el más significativo de dictadura, porque nos quitó nuestro ícono de democracia. Solo en el parlamento se da el proceso de deliberación y discusión de ideas entre ciudadanos iguales, representantes de distintas inclinaciones políticas e intereses, de manera que, producto del debate, cualquier decisión tomada viene siendo un acto racional, y más importante, racionalidad hecha pública, conjunta. Garantiza la soberanía.

Esa soberanía nos la quitaron junto con la AN, independientemente de que hayan cambiado las señas a sus propias medidas dictatoriales. Incluso más aún, pues demuestra que para ellos nuestros derechos humanos son un juego. Pero al vernos manifestar en las calles con nuestro pecho inflado, hondeando la bandera, se dan cuenta de todo lo contrario. Que nosotros garantizaremos nuestro espacio de expresión bajo cualquier circunstancia.


Y eso es exactamente lo que necesitamos: que los militares nos tomen en serio. Por eso debemos salir a la calle, pero más importante, mantenernos, demostrar voluntad. Es muy representativa la fecha a la que somos citados a la marcha más grande de nuestra historia: 19 de abril, día de la declaración en el acta de independencia. Para las fechas en las que nos hurtaron el RR16 un artículo de Elías Pinto Iturrieta nos recordaba que la independencia no fue cosa de un día –siendo específicos, desde el 19 de abril de 1910 hasta la Toma de Puerto Cabello pasaron trece años y seis meses, y ni siquiera se terminó ahí. Nuestra lucha ya lleva diez años sumando esfuerzos y aprendizajes, y solo con disposición inagotable lograremos ver la luz de nuestra República como un día la vieron nuestros independentistas. 

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