Una ilusión que nunca fue
Desde
mayo del 2016 tanto el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, como la oposición
venezolana han intentado aplicar la Carta Democrática Interamericana en el
país, sin embargo, este 21 de junio, en reunión extraordinaria de la Asamblea
Nacional, se pudo ver cómo se truncaban las esperanzas de los venezolanos
cuando no se alcanzaron la cantidad de votos necesarios.
Esto
fue un gran golpe para la oposición venezolana, muchos consideran la
implementación de esta Carta como la solución a todos los problemas del país,
no obstante, pocos conocen realmente su utilidad.
El
tema OEA se convirtió en tema cotidiano para los venezolanos, pero resalta la
ignorancia sobre el tópico, muchas son las preguntas que se hacen los
ciudadanos de a pie ¿La carta democrática sacará a Maduro? ¿Si Venezuela se
salió de la OEA qué hace Delcy ahí? ¿En qué nos afecta la carta democrática?
¿Por qué no se aprobó? Pues bien, para comprender la situación con la Carta
Democrática hay que primero conocer cómo funciona la OEA y cuál es su verdadero
alcance.
La
Organización de los Estados Americanos se constituye como una organización
internacional regional de competencia general, sus propósitos son enunciados en
el artículo 1 de su tratado constitutivo y uno de los principales objetivos es
el mantenimiento de la paz y la justicia en la región.
En
las relaciones internacionales, por más que se busque el diálogo, la fortaleza
siempre estará en el poder coercitivo, y es este el que le escasea a la OEA.
Por su constitución solo puede actuar en materia de amenazas o quebrantamientos
de paz amparada bajo el consentimiento de la ONU.
Incluso cuando sea así, sus competencias son limitadas,
el espacio que tiene la organización para actuar es reducido, una intervención
de los cascos azules jamás ha sido contemplada pues atenta contra los
principios de no intervención que maneja la organización.
Las medidas que puede tomar la organización en defensa de
la democracia no son más que presiones diplomáticas, llamados de atención y en
casos extremos la suspensión del Estado en el organismo. Son amenazas tenues,
un “Por favor, no te desvíes de los principios” Ahora bien ¿En qué puede
afectar esto a un gobierno que, abiertamente, ha tomado una postura contraria a
la organización y en repetidas ocasiones ha mostrado un total desinterés a la
opinión internacional?
Para comenzar a deshojar el problema hay que aclarar
que, por más que el Estado haya abandonado la organización, el cumplimiento de
la Carta tiene una vigencia mayor, el Estado solo puede desligarse pasado dos
años de la denuncia y después de cumplir con sus principios, es decir, estando
en democracia. Es por esto que todavía hay representación venezolana en la OEA.
La activación de la Carta no dio lugar por no alcanzar
los dos tercios de los votos, el sentido de este número fue criticado, sin
embargo, es lógico. Establecido en el artículo 21 de la Carta, tiene su origen
en el principio de que una decisión que afecte toda la región no puede ser
determinada por la mitad más uno pues eso implicaría que la mitad de la zona
estaría en contra. La razón de los votos en contra es sencilla, la “teta
venezolana” todavía tiene leche para estos países.
La carta fue aplicada en su momento a Cuba, sin
embargo, décadas después, se puede observar su ineficiencia en la isla. En lo
que respecta a las organizaciones internacionales siempre es conveniente
mantener una postura racional y moderada. Es un error histórico creer que un
tercero va a sacar a un país de sus problemas.
Durante ya más de un año se han dedicado muchos
esfuerzos en el cumplimiento de un objetivo y por esta insistencia el pueblo
llano ha pensado que sería la salvación divina en vez de un objetivo secundario
que, si bien cojea, cojea hacia el lado correcto y esta es la razón del bajón
moral que provocó su no complimiento.
Sígueme en mis redes
Instagram
@dmarcano97
Twitter
@dmarcanodm
Comentarios
Publicar un comentario