DEL PAÍS QUE TENEMOS A LA UCAB
MOSIR
H RAUSEO J
Habrán notado que el título de
este artículo es una inversión del lema actual de la Universidad Católica Adrés
Bello, que reza: “De la UCAB al país que
queremos”. Y es que como estudiante de 5to semestre de comunicación social, de la universidad y ciudadano
de Venezuela, es menester para mí denunciar la realidad escabrosa por la
que pasa nuestra sociedad. El objetivo no es otro que el hacernos reaccionar
ante el problema país y darnos cuenta de que no es sólo un problema político si
no social que se replica en todos los escaños de la vida diaria. Solo así
Venezuela podrá reaccionar y cambiar la situación en la que estamos, de raíz.
¿Por qué el país que
tenemos? Porque a lo largo de mis 2 años y medio estudiando y sobre todo al
inicio del periodo actual, he sido testigo de primera mano de los mismos
problemas políticos a los que se enfrenta la ciudadanía contra el régimen de
turno, en mi propia universidad. Sobre
todo en mi propia escuela de Comunicación Social: Personas haciendo cola
durante todo un día, para que les resuelvan sus problemas causados por una burocracia ineficiente; Representantes estudiantiles
(Consejeros de Escuela) reaccionando constantemente ante los atropellos de la
escuela que se lleva por delante los intereses de los estudiantes y, por lo
tanto, de los mismos consejeros; Una burocracia anónima (en este caso) que toma
decisiones a último momento que afectan de forma directa la vida del alumno y
el profesor sin siquiera consultarle o avisar con tiempo para que reaccionen;
Una institución cuyo discurso declara “pretender que el alumno se nivele y no
atrase materias” y cuyas medidas (en pro de este discurso) solo han conseguido
retrasar al estudiantado aún más en sus estudios, estancarlo en ciertas materias
y de esta forma obligarlo a meter verano (gasto extra considerablemente mayor
al semestre común) para así nivelarse.
De todo esto tengo
numerosos ejemplos, y aquellos que no conozcan el funcionamiento interno de la
universidad tanto como aquellos que sí, no podrán evitar encontrar al menos un paralelo con el gobierno y la oposición política.
Durante el periodo de inscripción
presencial de este semestre (septiembre- enero 2017-2018) pasó un caso
particularmente desastroso con respecto a una medida llamada N+2. Para aquellos que no conocen como
funcionan las inscripciones de comunicación social, les explico brevemente: se supone que el alumno debe estar al día
con el pago del semestre anterior, y si es nuevo ingreso con el de la preinscripción;
luego se le asignará un turno de inscripción un día y una hora especifica donde
podrá entrar a internet y realizar la inscripción de sus materias (el nuevo
ingreso no debe hacer este proceso); de no haber podido meter alguna materia,
ya sea porque hubo un error del sistema o la sección se llenó, el alumno puede
solucionar este problema inscribiéndola presencialmente durante unos días
específicos. Bien… el N+2 es una
medida diseñada para motivar al alumno de Com. Soc. a no retrasarse más de dos
semestres en una materia. De ser este el caso el alumno solo podría inscribir
la materia que debe por internet y el
resto presencial.
El día jueves 14 de
septiembre era el día asignado para las inscripciones preseciales. Más del 10% de
los alumnos a partir de 4to semestre se vieron afectados por el N+2
y desde las 7am hasta las 11am los alumnos
con estos casos pudieron inscribir las demás materias como se había establecido
anteriormente. Pero de repente, a partir de las 11 dejaron de atender dicho
problema y empezaron a decirles a los alumnos que el N+2
no les permitía inscribir otras materias
distintas a las que debían. Esto obviamente causó disgusto, puesto que
ahora si el alumno solo debía una materia se retrasaba un semestre entero porque solo podría ver esta materia. Según la
consejera universitaria por Comunicación Social, Barbara Moncho junto con los
consejeros de escuela nos notificaron que se habían enterado de la medida a
penas a las 11 del mismo día. Lo que siguió fue una serie de recolecciones de
firmas para los afectados en protesta ante el evidente despotismo del que fuimos víctima. El primer día se
recogieron más de 100 firmas.
Constantemente los
representantes estudiantiles, es decir, consejo universitario, consejo de
escuela y centro estudiantil simplemente reaccionan ante los atropellos de los
escaños superiores e institucionales. Esto se debe a que el sistema es
estrictamente piramidal y no existe una consulta a los representantes del
alumno (únicos entes por los que el estudiantado vota) de forma que la
población estudiantil no tiene voz en decidir si una medida lo afecta o no
negativamente. Simplemente podemos reaccionar en protestas, firmas, y procedimientos
burocráticos para que las medidas sean revocadas o cambiadas. Obviamente así no
se cambia una universidad, ni mucho menos un país. Nuestros representantes no
pueden tomar medidas políticas que mejoren la situación debido a que
simplemente fungen como escudo entre la burocracia y el alumnado. Esto particularmente
me recuerda a la situación por la que pasan los gobernadores y alcaldes de
oposición en el país.
Las colas que se ven
durante estas primeras semanas de clase son debido a que la escuela está
resolviendo los casos del N+2, así
como otros tantos.
Una anécdota que le
sucedió a mi novia (7mo semestre) me recuerda tristemente al Referéndum
Revocatorio de 2016. Al pasar de 6to a 7mo semestre el alumno de comunicación
debe escoger la primera de dos menciones (especializaciones) con las que
graduarse en su carrera. La primera opción de ella era Producción Editorial, pues como tesis quería publicar un libro que
lleva escribiendo desde hace años. El caso es que la escuela de comunicación
cerró la concentración y esta ya no podría ser inscrita por nadie. Esta medida
no fue consultada plenamente ni avisada con tiempo, simplemente un día la mención
desapareció.
Mi novia junto con los demás
alumnos que querían dicha especialización acudieron a escuela en busca de una explicación.
Primero la escuela dijo que había pocos alumnos,
entonces recogieron de 31 firmas (1 más del mínimo requerido) para abrir la concentración,
especificando porque querían dicha mención; luego cambiaron la exigencia a 35 firmas con lo que los alumnos no pudieron recogerlas por falta de tiempo
(recogieron 32); La escuela simplemente se negó a abrir la sección y ponerla en
la malla curricular; el caso se estaba discutiendo en consejo universitario,
donde los máximos representantes del estudiantado debatían entre sí y luchaban
contra la medida; Los alumnos se dirigieron con los profesores que daban las
materias de la concentración y estos no
estaban enterados…
Uno tras otro
procedimiento los alumnos y los representantes cumplían con los procedimientos necesarios
para abrir la concentración, demostrando que la medida estaba equivocada y no
tenía fundamentos, pero la escuela simplemente cambiaba los parámetros haciendo
imposible su satisfacción. Al final la escuela declaró: “es que no le vemos futuro a la mención en el país, porque no la consideramos sustentable dentro de dos años” y la mención no
apareció en la malla curricular para este semestre… ¿algún parecido con el
gobierno?
Resulta irónico que la
escuela de Comunicación Social sea la que menos comunica sus medidas o el
porqué de estas. El mes pasado un profesor, denunció a la escuela porque le
quitaron sus horas de clases arbitrariamente y se las otorgaron a un profesor
nuevo “sin el currículo necesario” según palabras de dicho profesor en un comunicado.
Dicho profesor tiene casi dos décadas dando clases en la universidad y solo
pudo volver a dar clases de nuevo gracias a que un compañero le otorgó sus
horas. Y así muchísimos casos todos los años…
Pero la situación con
la escuela de Comunicación Social no es un caso aislado dentro de la
universidad. Comunes son los ejemplos de gente que rebota de departamento en
departamento para resolver un solo problema. Mucho menos es un caso único de la
UCAB. Todos conocemos una situación parecida en nuestras juntas de condominio,
donde muchas veces unos pocos tienen el poder todo el tiempo y lo usas a su
antojo. Todos conocemos a un papa amigo de los jueces de un concurso de baile o
música que por esa relación su hij@ gana de forma injusta y palanqueada. Todos
conocemos de primera mano un TSJ que se saca medidas ilegítimas del forro en nuestras casas, comunidades, y
trabajo.
Este es un problema
social entre aquellos que se callan o simplemente se conforman con no meterse
en problemas y aquellos que en pro de sus intereses personales pasan por encima
de cualquiera que se encuentre entre ellos y su objetivo. Este es un problema
social, para nada nuevo en Venezuela, sino que es producto de los vicios del
siglo pasado y nuestra historia… vicios cuya máxima expresión es lo que estamos
viviendo desde 1998.
Sí, de la UCAB y
nuestras universidades está saliendo el país que queremos, pero también cohabita
el país que tenemos. El país que queremos esta en los alumnos que se enfrentan
desde tan temprana edad a déspotas como el gobierno, en una especie de
entrenamiento forzado para lidiar con la dictadura. Los alumnos de la UCAB
estamos aprendiendo que para cambiar la situación de la universidad tanto como
la del país, nuestras acciones deben estar guiadas por un objetivo mayor al de
satisfacer nuestras necesidades. No más trapitos calientes que nos calmen. No más
ciudadanos sin participación política. Para que en el futuro no existan más
atropellos debe cambiar el sistema. Una universidad que consulta a su alumnado
antes de cada decisión que toma es una burocracia forzada a comunicar mejor y
con antelación sus instrucciones y al final es el alumno o el ciudadano el que
tiene la última palabra, el que decide si le conviene o no la política.
Una Venezuela donde los
políticos le consulten todo al pueblo, desde qué candidato lanzar a la presidencia
hasta si ir o no, a unas elecciones regionales… Sé que suena idealista, pero
creo que es una lección que hemos ido aprendiendo a los golpes.
¿Cuántas cosas no
serían diferentes en un país así, verdad? Pero
ese país es un país democrático… no un país con 40% de abstención.
Las generaciones
futuras están mejor preparadas para ser democráticas y no perder la libertad, que las
generaciones actuales y pasadas.
MORIS H RAUSEO J
1/10/2017
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